Invalidez permanente: ¿el fin del amor?
En México existen poco más de 28.7 millones de viviendas. En 4.6 millones de ellas habita una persona con una discapacidad; es decir, 16.4% o casi 1 de cada 6 hogares en el país tiene al menos un integrante discapacitado, así lo dio a conocer la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) en octubre del 2016.
Una de las coberturas más importantes de las pólizas de seguros es la de indemnización por invalidez permanente. La OMS define la invalidez como “la reducción de la capacidad funcional para llevar una vida cotidiana útil”. “La invalidez es el resultado no sólo de un impedimento físico o mental sino también la inadaptación del individuo a ese impedimento”.
En la práctica, entre las causas más frecuentes que provocan una discapacidad están las enfermedades, las cuales pueden ser genéticas, hereditarias o adquiridas. Se pueden generar también por causas externas tales como accidentes, violencia criminal o fenómenos naturales (sismos, tsunamis, incendios o huracanes, por ejemplo.)
Frecuentemente vemos como la tragedia de una invalidez permanente en un hogar cae en el proveedor mayoritario de recursos, y es entonces que todos se complica debido a los incrementales gastos y la súbita reducción de ingreso; obligando a la familia a realizar cambios fuertes en sus estilos de vida, desde cambiarse de casa y hasta abandonar escuelas privadas.
Es precisamente en este punto donde los seguros cobran verdadera importancia. El recibir una indemnización en vida para enfrentar no sólo los gastos cotidianos, sino también el pago de primas en pólizas de gastos médicos que ayuden a sobrellevar dicha incapacidad. Existen coberturas para recibir un beneficio en caso de invalidez permanente, para eximir del pago de primas una póliza de seguro y recibir un monto de dinero al llegar a cierta edad o de otorgar un beneficio a la familia en caso de fallecer. Incluso hay coberturas que no exigen la incapacidad permanente, sino tan sólo el diagnóstico de una enfermedad grave para recibir una indemnización.
Dicen que cuando la escasez entra por la puerta, el amor sale por la ventana. Muchas personas niegan este dicho, pero ¿cuántos de ellos han tenido que vivir con alguien discapacitado y sin ingresos durante toda su vida? Cuando la necesidad se alivia con el beneficio de un seguro, esta posibilidad dejará de ser parte de ese hogar.